viernes, 10 de septiembre de 2021

ERNESTO FAUSTINO URTUBEY Aquí exactamente es donde los abandono y que la mejor suerte los acompañe




ANHELO PARA QUIENES SE INVOLUCREN CON ESTAS CARTILLAS

Anhelo para quienes se involucren con estas cartillas, que, a poco de haber comenzado, tomen la mejor decisión respecto a seguir o abandonar para siempre su lectura. Temo, ya que nada nos cuesta creer más que esto, que nadie podrá excusarse de esta pulsión desde lo más hondo de la conciencia, como un eco por las montañas gastado, como si una agraviante alarma nos dijera: ¡Pero es que no te das cuenta que es ahora! Luego, modestamente considero se habrán convertido en protagonistas de una conspiración urdida por fuerzas que proceden del más allá de esta historia, incluso, si ustedes me lo permiten  de otros mundos. 
Porque de eso trata este registro. Contaré algo que comenzó hace cientos de años. De un pasaje entre una remota cultura del Altiplano y un pequeño grupo de revolucionarios en un río del extremo sur de nuestro continente. Del compromiso de esos hombres por recuperar toda aquella avezada y milenaria evolución y de su consiguiente tragedia. Porque lo hicieron sin saber que al asumirlo declaraban una guerra que ellos no buscaban pero que tampoco abandonarían jamás.
Tal cual se los digo, es cómo unos pocos lo saben, que así sucedió, y siendo ahora parte ustedes de aquello que se encuentran leyendo –ser partícipes de un extraordinario rescate del pasado– es que les sugiero considerar la decisión que mencioné poco más atrás. Recién entonces podremos aspirar a emanciparnos de nuestros habituales temores o para decirlo con vulgar lasitud, sentir que no hemos perdido el tiempo por encontrar aquello que la historia omite. ¿Serían capaces de excusarse? Y eventualmente, ¿de  encontrar algo más valioso? Sospecho, que para que eso no suceda es que han elegido seguir leyendo. Será bueno entonces sentir que ya se han liberado de los más cercanos compromisos en sus agendas, que ya no queda peso por sacarse de encima sino simplemente, seguir leyendo, leyendo incluso a pesar del hambre y del sueño, saber que no les podrán enrostrar, la más medrosa turbación contra su decidida lectura, y así y todo, haber renunciado al temor por perderse del rumbo o más sutilmente, dejarse confundir con los resplandores de una dulce mirada. Eso sí, tengan presente que yo no estaré y que tampoco habrá socorros para nadie. Cada cual sabe lo que lleva puesto. Como un día cualquiera llegamos, así también, un día como cualquier otro nos iremos. Y sigue siendo aún bueno no saber dónde. Aquí exactamente es donde los abandono y que la mejor suerte los acompañe…


En unos días se cumple el primer año de la desaparición física de Ernesto. De a poco voy mostrando su trabajo literario. Ojalá lo podamos editar, en un futuro cercano, en libro. Las dos imágenes que acompaña este breve texto, Ernesto me las envió el 27 de julio de 2017. Había preparado un guiso de lentejas que compartiría con sus alumnos del “Instituto” donde daba clases, en Ringuelet. Estaba muy contento ese día. 
Prólogo a la nouvelle inédita Los cuadernos de van Schultz, City Bell, julio de 2014 / 
Ernesto Faustino Urtubey (La Plata, 16 de febrero de 1959 - City Bell, 14 de septiembre de 2020) / 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso recuerdo José María. Extrañamos mucho a este amigo que partió tan temprano.

José María Pallaoro dijo...

Mi abrazo