sábado, 13 de junio de 2015

Guillermo Pilía, El niño que apuntaba a escritor


EL VIAJE SENTIMENTAL

     En reunión de familia, el niño escucha hablar de Europa. Han vuelto de un largo viaje unos parientes lejanos, se pasan fotos, se despliegan periódicos. Madrid tintinea en su oído como moneda en la taza de un ciego, como organillo de Galdós. Sopla viento en el Sena, en Nôtre Dame no está Esmeralda. Tras los palacios italianos, hay un cielo como un paño de bandera —celeste y tenso— que lo llena de melancolía. En la reunión se come, se bebe, se ríe. El niño sueña con ese mundo que aprendió a amar en los libros. Mañana crecerá, y el recuerdo de ese instante irá con él por siempre: oscuro como el agua veneciana o luminoso como la arena de Las Ventas. Nadie sabrá nunca que esa noche casual alimentará por años sus fantasías; que su imaginación repondrá lo que entonces no se dijo; que en los viajes del cuerpo —que tendrá ocasión de hacer— buscará, sin conseguirlo, el mismo cielo, la misma brisa, la misma luz; que tratará en vano de revivir —en los viajes del alma— esa soleada tristeza: la del niño que apuntaba a escritor.



Guillermo Pilía (La Plata, 1958).
Foto: Guillermo Pilía y José María Pallaoro. Mar del Plata, 12 de noviembre de 2008.