miércoles, 19 de octubre de 2016

Luis Alberto Spinetta, Yo quiero ver un tren



Yo nunca me imaginé
regresar a mi tiempo de niño,
nunca me expliqué por qué
nunca vi un tren.

La neutrónica ya explotó
y muy pocos pudimos zafar,
ahora el mundo no tiene ni agua.

La mañana me encuentra
caminando en la nada,
vías muertas de un expreso
que quedó en el pasado.

Confundido por el fuego verde
que confluye desde el mar,
la materia disuelta flota
en la atmósfera sin sol.

La neutrónica ya explotó
y muy pocos pudimos zafar,
ahora el mundo no tiene ni agua.

La mañana me encuentra
sospechando
en el aire contaminado.

Vías muertas de un expreso
que quedó en el pasado.

Señor… Señor…
Yo quiero ver un tren,
llévame a ver un tren,
no los recuerdo,
yo quiero ver un tren.


     La porquería no descansa: hace más de un año que estamos sin trenes. Hace muchos meses ya que tendrían que estar andando. Pero para la situación actual, la porquería que supimos conseguir, el tren no es una prioridad. Sabemos: hoy los trabajadores no interesan. Se gobierna para ricos. Ya sabemos, a alguna parte de nuestra City Bell (los chicos ricos sin tristeza que “consumen” en los boliches de moda de calle Cantilo…) hay un país otro, el de solo de ellos.

Foto: Antaño. Estación de City Bell. José María Pallaoro.