domingo, 3 de junio de 2018

DEBY DEL TUFO Mi padre, Héctor Del Tufo en vida



HÉCTOR DEL TUFO EN VIDA

Me cuesta mucho escribir en este momento, pero no quiero dejar de pasar la oportunidad de invitarlos este Viernes 1ro de Junio a las 18hs, a la Santa Misa en memoria de mi papá Héctor Antonio Del Tufo, en la Parroquia Inmaculado Corazón de María de City Bell. Luego de la misa, depositaremos sus cenizas, en el cinerario de la iglesia.

El viernes será el encuentro agridulce entre el amor, el recuerdo y la felicidad, y el dolor, la ausencia y la tristeza más absoluta. Antes que nada quisiera dar las gracias, en nombre de toda mi familia, por todas las muestras de afecto y gestos para con nosotros. Si nos ven unidos y juntos, es porque mi papá nos inculcó el respeto y esa responsabilidad de salir adelante.

Siempre me sentí orgullosa de hablar de mi padre, porque decir su nombre me complace y me hace sentir una mujer afortunada, no sólo por haber sido su hija, sino por haber podido compartir con él, tantos momentos tristes y felices.

Mi papá se llamó Héctor Antonio, y dejó este mundo a los 58 años de edad. Fue un hombre con el mejor carácter que conocí, fuerte cuando era necesario, y dócil y amable, la mayoría del tiempo. En estos días muchas personas que compartieron con él parte de este camino que es la vida, clientes, amigos, lo definieron como un hombre honrado, leal, sincero pero por sobre todo, me dicen “excelente persona”. Yo, si tengo que describirlo, en una palabra, diría “luchador”. Fue el hombre más trabajador que conocí. Para él no había nada imposible, se enojaba si nos veía bajar los brazos. Como toda persona, él tenía defectos, pero más tenía virtudes, virtudes que voy a extrañar. Mi papá se la pasaba sonriendo o queriendo sacarle una sonrisa a quien estuviera cerca. Pero así también era muy sentimental, y más de una vez, lo vi derramar lágrimas frente a mí, pero siempre me decía que eran lágrimas de orgullo. Si hay algo que voy a extrañar de mi papá, es escucharlo hablar de mí y de sus nietos, porque a pesar de nuestros errores, él siempre que hablaba de nosotros lo hacía con orgullo, sacando pecho.

Tuvimos momentos tristes, porque perdimos todo, sin embargo él siempre se encargó de que no nos faltara nada. Nos dio todo lo que pudo. Nunca se rindió, vivió luchando y cada vez que se cayó, se levantó. De mi papá aprendí muchas cosas, cada día a su lado se aprendía algo nuevo. A mí y a mi hermano, nos enseñó a valorar las cosas más importantes y poner a la familia por sobre todo. Mi papá nos marcaba el camino pero también nos comprendía y daba libertad. También nos enseñó que no basta con estar bien uno mismo, porque podemos sentirnos mejor, cuando además de uno, los demás también lo están.
Mi papá fue siempre mi mejor amigo, mi confidente, mi consejero y mi maestro. Todavía no sé cómo haré para vivir sin su alegría, su optimismo, su sabiduría y su gran amor.

Hasta hace unos días estaba molesta con Dios, no quería aceptar su decisión. Pero ahora, veo las cosas con un poco más de claridad, y todo lo que quiero decirle a Dios es GRACIAS. Gracias por haberme dado un padre tan bueno y ejemplar. Cada día me levanto y le pido a Dios que me permita ser como mi papá y creo que para mí eso es una gran bendición. Por las mañanas o tardes, abro el negocio, charlo con las personas que él charlaba, atiendo a los clientes, que digo clientes, todos son sus amigos, me traen palabras... anécdotas... se nos caen las lágrimas juntos... pero les agradezco porque así lo siento cerca.
Espero papá que leas esto, y me veas cada día, porque creo que nunca podré dejar de hablar con vos y recurrir para pedirte consejo. Te conozco tanto que siento que sé lo que me dirías en cada circunstancia que se me presenta. Así como vos me conocías a mí. ¿Y cómo no conocerme? Si todo lo que soy te lo debo. Gracias por enseñarme a amar sin reparos, a dar sin esperar nada a cambio, a poner a la familia sobre todo y a soñar sin límites.

Yo, Facundo, tu yerno, mis hijos y toda nuestra familia, te extrañamos y recordamos cada día, porque marcaste nuestras vidas, y será imposible que estas huellas que dejas en nuestros corazones se borren a pesar del tiempo. Te nos fuiste y nos dejas un vacío, que vamos a llenar con tu recuerdo, porque ese es tu legado más importante. Pero por sobre todo, te voy a recordar personalmente como la persona que me dio los abrazos y besos más importantes de mi vida. Ahora me duele recordar todo esto, pero llegará el día que, desde arriba, verás orgulloso como todo esto lo recuerdo con felicidad rodeada de los que más has querido.

Como hija, siento pena por tu partida, me gustaría tenerte más tiempo conmigo y mis hijos, pero como alma, me siento feliz y honrada, satisfecha de lo que vivimos. Mi único objetivo a partir de hoy es rendirte homenaje como vos lo harías: y eso no tiene nada que ver con ser la mejor, ni con mi persona. Consiste en hacer feliz a los que me rodean y por los que vos diste tu vida hasta el último día. Porque creo que lo último que aprendimos juntos, es que la felicidad solo existe cuando es compartida.
Sólo te queda descansar, después de dar tu vida por los que te rodean. Marcha en paz a tu luz, te corresponde un merecido descanso. Sé que allá donde estás, vas a cuidar de todos nosotros, de una forma aún más poderosa que cuando estabas acá. Y por eso tengo fe, en que cuando Dios lo decida, y nos reencontremos, haya podido al menos, intentar ser un poco como vos, papá.

          Te ama, tu hijita, tu “Prinz”, siempre juntos.



City Bell, 30 de mayo
Fotos: Familia Del Tufo

Olga Edith Romero, Mientras lavo los platos




CON MIS MANOS SUMERGIDAS…


Con mis manos sumergidas en agua y detergente
escucho las noticias
salvan a funcionarios en cerro con nieve
mueren indigentes en las calles frías
Me pregunto si Dios existe
¿Dios existe?
Si todo lo ve
sus ojos están ciegos
Niños lloran con huesos nevados
la luna no protege del viento
Las plazas tienen bancos habitados
la noche no es un manto
es océano de hielo
El hambre grita oscuro
y los dientes bailan
con sonido de reloj
Mientras lavo los platos
que estaban llenos
antes
del noticiero
antes
de la lágrima
en el detergente.


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