Yo nunca me imaginé
regresar a mi tiempo de niño,
nunca me expliqué por qué
nunca vi un tren.
regresar a mi tiempo de niño,
nunca me expliqué por qué
nunca vi un tren.
La neutrónica ya explotó
y muy pocos pudimos zafar,
ahora el mundo no tiene ni agua.
La mañana me encuentra
caminando en la nada,
vías muertas de un expreso
que quedó en el pasado.
Confundido por el fuego verde
que confluye desde el mar,
la materia disuelta flota
en la atmósfera sin sol.
que confluye desde el mar,
la materia disuelta flota
en la atmósfera sin sol.
La neutrónica ya explotó
y muy pocos pudimos zafar,
ahora el mundo no tiene ni agua.
La mañana me encuentra
sospechando
en el aire contaminado.
Vías muertas de un expreso
que quedó en el pasado.
que quedó en el pasado.
Señor… Señor…
Yo quiero ver un tren,
llévame a ver un tren,
no los recuerdo,
yo quiero ver un tren.
Yo quiero ver un tren,
llévame a ver un tren,
no los recuerdo,
yo quiero ver un tren.
La
porquería no descansa: hace más de un año que estamos sin trenes. Hace muchos
meses ya que tendrían que estar andando. Pero para la situación actual, la
porquería que supimos conseguir, el tren no es una prioridad. Sabemos: hoy los
trabajadores no interesan. Se gobierna para ricos. Ya sabemos, a alguna parte
de nuestra City Bell (los chicos ricos sin tristeza que “consumen” en los
boliches de moda de calle Cantilo…) hay un país otro, el de solo de ellos.
Foto: Antaño. Estación de City Bell. José María Pallaoro.
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