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miércoles, 15 de diciembre de 2021

ANTONIO MORO Quizá la memoria cure el huso del olvido



S

Tal vez la alquimia de las estaciones
Ese barro de la palabra
Te nombre en el durazno del día

Belleza hija pródiga que nos cuidas

Eres también el humo de nuestro sueño
Un pretexto que mejora el escepticismo
Un mensaje en el límite de la razón

Por temor a perderla la recordamos
Las horas felices rescatan la mente alucinada 


T

La memoria deconstruye  la vida 
Disipa la bruma del olvido en la confianza
En las visiones que continúan el relato

Con paciencia acepta el vacío el sinsentido
La triste consciencia del odio y la ilusión
El ansia de ternura en ésta y aquella orilla
Donde hombres y mujeres aves e insectos
Escuchan miran y algunos cantan


U

Arden su orgullo los papeles del amor
Iluminan el devenir con sus pérdidas

La locura de la experiencia habla
De uvas y jazmines en un tejido 
Ceñido por ausencias que no olvida

Quizá la memoria cure el huso del olvido


En Huso del olvido, El Espejo Ediciones, Córdoba, septiembre de 2021 
Antonio Moro nació a la vera del Río Suquia, Córdoba, en 1955 / Poeta, actor y librero / Visitó City Bell, como suele hacerlo, el 29 de noviembre de 2021 / Fotos: En espejo, AM y JMP en estación de trenes City Bell / Desde PCB nuestro abrazo al querido amigo 

viernes, 17 de septiembre de 2021

SABRINA GROSS Siempre soñé con su mirada




PÉTALO 1

Todo va a estar bien. Todo tiene que estar bien. Soy una flor, que crece, se convierte en una caricia visual a tus ojos, a los ojos del mundo. El mundo real y el mundo reflejado en el estanque de Narciso. No soy Narciso, no. Soy una flor que está en el mismo paisaje mítico y azulado.

Él llega, se incorpora al espacio, lo toma, lo hace suyo con sus reflexiones y sus dudas: ¿seré bello? ¿Serás yo? ¿Acaso ese soy yo? ¿Yo seré yo? Infinitas preguntas. En medio del aire un anuncio: seminarios intensivos del yo soy.

Una rana, alumbra. Una mantis turquesa, ilumina.

Narciso invade mi escenario, pero por eso no dejo de ser acuática, conservo mi poder, si él se estrellara se hundiría, se ahogaría en su imagen, yo recrearía una escena de salvataje, sumergiéndome no muero, sólo transformo mi belleza, pero él no lo vería, no se daría cuenta.

Narciso invade mi escenario, donde sólo transformo mi belleza. 

Volviendo al escenario del mito descubro algo más que un acto fallido. El agua del estanque -aunque en el mito público sea un manantial cristalino y transparente- es estancada y está perdiendo todo el oxígeno. Por lo tanto, agotada, puede que esté verde. ¿Cómo puede ver Narciso su belleza en el agua podrida?

Narciso crea la ilusión, la imagen de sí, y se enamora de la fantasía de sí a través del agua turbia.

Si yo fuera mito, El Mito, Narciso, crearía un millón de puntos de fuga, de dudas, perdón.

Es inevitable que el estanque tenga una vida agitada, desde su creación artificial, paisajista-decorativa, se pensó en alguien apropiado para asomarse, reflejarse y caer en él. El elegido. No cualquiera puede verse allí, ni siquiera creer verse allí. Estoy aquí desde hace siglos esperando la llegada de Narciso, la ilusión y confusión de Narciso, soy en y por eso, mi misión es estar, adornar, proyectarme en el espacio para él. Todos giramos en torno a un hombre insatisfecho, a un semi dios.

Yo giro en torno a Narciso.

Siempre soñé con su mirada. Mi deseo es que una pestaña suya caiga sobre mí y desplace su mirada a mi territorio, real o imaginario, el que proyecto o el que él pueda delimitar en torno a mí, de soslayo, quizás, evitando negaciones y amarguras. Es una pena que sólo tenga ojos para él. El mito podría rajarse como un vitraux con unas gotas de astigmatismo.

En cuanto a sus manos, podría acercarse a recuperar su pestaña y así me tocaría. Pero en la actividad mitopopéyica original, Narciso no hace nada con sus manos, sino que soy yo la que debe mover las aguas en el momento justo en el que se mire en el agua. Narciso no hace nada con sus manos, hace todo con sus ojos. Un solo movimiento mío, una sola verdad mía, puede lastimarlo o como bien cuenta la historia, mostrarle una realidad. La de su rostro. Yo debo ser bella para un instante de la vida del estanque fabuloso, él debe serlo por el resto de la historia.

Yo debo ser bella para acompañar su belleza por el resto de la historia.

¿Quién es Narciso sin su mirada? Narciso si no se reflejara en el estanque, si no se mirara solo él en el estanque, el mito, desviaría su mirada hacia mí. Mi territorio, real o imaginario, cobraría vida dentro del estanque. Y ya no sería solo él su reflejo mítico sino él mirándome, nuestra relación acuática mística. El mirándome.

Narciso, al mirarme, con la misma intensidad con la que se mira a él y solo a él, al mirarme a mí y solo a mí, sería un voyerista. Me miraría, una flor acuática abriéndose ante él desnuda, me miraría abriéndome, me miraría como él se mira a sí mismo. Tan particular y especiales encuentros, mirarse. La actividad mitopopéyica nos despierta, mirando el escenario donde los mitos ocurren, estanque estancado, la vida. Una flor, caricia visual ante sus ojos.



En Zigzag, Ediciones Sur Surreal, La Plata, 2014 
Sabrina Gross nació en 1977 en La Plata / Vive en City Bell / Poeta y escritora / Foto: jmp

miércoles, 1 de septiembre de 2021

OLGA EDITH ROMERO Mi amor es este sol



         Me trepé a tus ojos

y compartí el color,

fundí mi cabello con tu pelo

y compartí la tibieza,

me anudé a tu cuerpo

y el tiempo se detuvo.

 

(Nada enciende la lumbre

sino el fuego).

 

 

 

         Te amo hoy,

te amo sin futuro,

te amo en silencio,

te amo sin esperanza,

te amo en soledad,

te amo sin aprobación,

te amo en secreto:

te amo sin que nada

ni nadie pueda detenerme.

 

Porque mi amor es viento,

                           es luz,

                                    es río,

                                             es vida.

 

Porque mi amor es este sol

que escapa de mi cuerpo

                           entre mis manos!

 

 

 

         Vení, te necesito,

despeiname los sueños,

poné tu pecho cerca

para que me acurruque,

inventame dulzuras

y lográ que tus brazos

me convierta en paloma

y visitemos juntos

ese cielo sin tiempo

que nos une a la vida.

 

 

 

En Poemas del amor soleado, Hojas y Cuadernos de Sudestada, número 25, 1992

Olga Edith Romero nació en La Plata el 4 de octubre de 1949 / Poeta, escritora, docente / Vive en City Bell / Selección y foto: jmp

martes, 25 de agosto de 2020

OLGA EDITH ROMERO Cuando nadie los espera




LOS PÁJAROS

Los pájaros están en su jaula de dudas,
los dejo salir,
atropellados intentan la huida.
Poco a poco –les digo– y los sujeto.

Me abandonan.
Ya no tengo ascendiente sobre ellos.
No sé si volverán.

A veces cantan
con voz de viento en los acantilados.

Otras se lamentan,
sus gritos hieren, agotan, desagradan,
se eternizan en atardeceres.

Vuelven cuando nadie los espera,
me obligan a buscarles alimento
y una hoja en blanco.



 
UNA ENTRADA A CASA
Ayer a la tarde OER me dejó su nuevo libro, Irse por las ramas, en el buzón de entrada a casa. Hoy, tempranito, lo fui a buscar. Y lo miré en diagonal. Me pareció reconocer el poema que abre Irse…, y me fijé en Aromito. Ahí está, en ese momento inédito, aunque una versión anterior, de 2009. Claro, no es el mismo poema. Ya es otro poema, el tiempo transcurrido lo embelleció más. Hoy, también tempranito, veo la foto que Olga subió a su muro de FB, y leo: “Esta ave parecida a una garza pero de color marrón y con un pico largo y corvo estaba trepado a una luminaria. ¿Alguien sabe qué es?”. Le contesto: “Es un Caraú. En casa, hace poco más de un mes, hay un par. Son caracoleros. Van de la zanja, en la calle, a mi jardín. Oh, reconocí la foto. Esa es la entrada a mi casa. La luminaria encendida con la enredadera. Estoy podando todo lo seco y lo que molesta. De fondo, el jacarandá.” Ocurre la maravilla, cuando nadie lo espera (la cuarentena también es así).
Olga Edith Romero nació en La Plata el 4 de octubre de 1949. Vive en City Bell.
Fotos: Primera, JMP. Segunda,  OER

miércoles, 19 de agosto de 2020

NORBERTO SILVETTI PAZ A tus ojos no faltará la angustia




LECTURA DE LA MANO

A tus ojos no faltará la angustia
ni a tu corazón el derrumbe;
sobre tu cabeza penderá en las tinieblas
el aciago, inestable vuelo del picaflor,
pero no el canto de las cigarras.
Las no encontradas tumbas del desierto
retienen todavía tu rostro,
mano no habrá que excave
de allí tu cabeza, tu cintura, tu pelo.
Seguirá el tiempo destruyendo
nuestra causa común y tu risa,
y nubes de escribanos consignarán tus nombres
sobre los bronces del olvido;
asegurada hasta en la muerte
escucharás –distraída
de tanto cielo interior– el ritmo
desigual del pájaro viajero
que partió hacia términos prohibidos, sagrados,
para volver con la noticia
de que allí tú no existes.



 
Poema seleccionado de Cifras, signos y estaciones, Editorial Cuarto Poder, Buenos Aires, Argentina, 1976
Norberto Silvetti Paz (Tucumán, 6 de junio de 1921 - La Plata, 3 de febrero de 2005) vivió, hasta su muerte, muchísimos años en City Bell / Fotos: jmp

viernes, 7 de agosto de 2020

NATALIA BOGLIANO Cuánto tarda la felicidad


   Cuánto tarda

la felicidad

y cuando llega

no avisa.

Arrasa.

Explota el alma.

Emigra la oscuridad.

Te veo venir.

Sé que estás

cerca.

Llega.

Camino enamorado.

Nudo de ideas.

Niño.

Ternura.

Relámpago.

Centella.

Viejo bueno.

Hombre, HOMBRE.

 

  

   Cada vez más filosa.

Más feroz.

Más animal

y más sombra.

Ovillada

en la maraña

azul y pestilente.

Sin horizonte

ni oriente.

Me derramo

al caminar.

 

 

 Natalia Bogliano (La Plata, 2 de marzo de 1972)

Fotos: jmp

miércoles, 5 de agosto de 2020

NORMA ETCHEVERRY Y nos íbamos por ahí




EL TREN CARGUERO


De vez en cuando nos topábamos
con algún carguero
y nos quedábamos largo rato
contando los vagones.
La cabeza se extraviaba imaginando
por qué lugares andarían
antes y después,
bajó qué soles,
por cuáles lluvia, con qué personas,
que tendrían qué historias
vaya a saber dónde.
Finalmente
perdíamos la cuenta de los vagones
y nos íbamos por ahí, pateando piedras,
hasta achicarse el horizonte.



Norma Etcheverry (Ranchos, provincia de Buenos Aires, 5 de mayo de 1963)
Reside en Ringuelet / Foto: jmp

martes, 4 de agosto de 2020

SANDRA CORNEJO Una bellota




UNA BELLOTA


Una bellota
de un parque milenario
viajó conmigo en mi bolsillo
de un continente a otro.

En días asombrados,
era mi compañía y mi amuleto.

No es una bellota,
alguien me dijo luego.

¿Importa el nombre de las cosas?
Era mi bellota.
Lucía como tal en el camino.


Sandra Cornejo (La Plata, 1962)
Foto: jmp

viernes, 13 de noviembre de 2015

Lalo Painceira, La calle Nirvana de City Bell



NUESTRO PEQUEÑO BIG SUR


“(…) tuvimos nuestro “pequeño Big Sur”: la calle Nirvana de City Bell, que bordea el arroyo Rodríguez, sobre todo las cinco primeras cuadras desde el camino General Belgrano hacia Gorina en la que se levantaban, en aquél momento, sólo dos o tres viviendas. El resto parecía naturaleza virgen. En la mano izquierda y con ingreso desde el camino Belgrano, con un inmenso parque, se levantaba la oriental mansión que perteneció al ex gobernador Rodolfo Moreno, que había sido embajador en Japón. Por eso, a los cien metros de recorrer Nirvana sorprendía sobre el arroyo, un embarcadero y una glorieta al más puro estilo nipón y no lejos, faroles y ornamentos de jardín típicamente orientales. Una escenografía. En la mano derecha de Nirvana, cubierta por una espesa arboleda, como si hubiera buscado esconderse del mundo y del ruido, Jorge Mieri había levantado su propia casa en madera. Mieri, pintor impregnado de un misticismo auténtico, cultor del silencio, solía aconsejarnos y estaba interesado por nuestros trabajos y postulados. A los pocos metros, al poco tiempo levantó su casa César Paternosto con un provocador y revolucionario diseño de Vicente Krause, muy relacionado a nuestra estética. Años más tarde se sumó la casa de Alejandro Puente. Desde ese momento el lugar fue bautizado como “el barrio de los pintores”. Hoy la calle Nirvana está tan irreconocible como la calle 51 y como la misma ciudad que nos cobijó en los ‘60. Ese Nirvana enclavado en el verde y el silencio, fue invadido por viviendas convencionales y hasta ostentosas que alojan a la pequeña burguesía platense (…)”



Lalo Painceira, “El blues de la calle 51” Ediciones EPC, 2013.
Foto: Lalo Painceira y José María Pallaoro, City Bell, 27 de septiembre de 2014.

viernes, 19 de marzo de 2010

Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, 4


BÚSQUEDA POR EL AMOR
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I

En cada pétalo que vuela,
pongo mi amor.
Gozo, al verlo escapar
con la brisa.
Tiemblo, al pensar
en mi amor malgastado.
Sonrío, al saber todo
el que me queda aún.


II

En la serenidad de mi canto
adivino la pureza de mi amor:
mas cuando lo busco
para mostrarlo al mundo,
todos los que me oyen,
me miran y ríen maliciosamente.


III

Es en la soledad.
Cuando siento; que se desborda en mí
un rumoroso mar lleno de monstruos,
o la sed eterna de un desierto.

Es en la soledad.
Cuando tiro la red
de mi amor al mundo
y me sumerjo en él
para no recogerla.
–Temo que aún
esté demasiado vacía–

Es en la soledad.
Cuando más amo
y cuando más dudo,
de que mi amor
sea verdadero.


IV

Viene la primavera.
Espero que el amor
me invite a la ronda
de los enamorados.

Viene la primavera.
Mi cuerpo, busca
nuevas flores y nuevos frutos.
Mi amor, dormita fastidiado
de tan bullanguero hormiguear.

Viene la primavera.
Mi cuerpo se aturde y cansa.
Mi amor, habla dulcemente
de una primavera eterna.

_
De: Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, Edición Moreno, 1950.
BÚSQUEDA POR EL AMOR. I, II, III y IV.

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Foto: Jmp
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domingo, 6 de diciembre de 2009

Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, 3


BÚSQUEDA POR EL AMOR


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PÁGINA INICIAL

I
Amor.
Eco seguro
de mi voz interior,
que me vuelves en canto
su más leve sonido

II
Amor.
Punto inicial
y meta,
de mi búsqueda.

III
Amor.
Simple paisaje
de mi complicada esencia.

_
De: Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, Edición Moreno, 1950.
BÚSQUEDA POR EL AMOR. Página inicial.

_
Foto: archivo de la talita dorada.
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viernes, 28 de agosto de 2009

Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, 2


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2. INTERIORES

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I

Hiere luz, que en mí
sólo hay heridas para ti.
Caeré horizontal en tu luz
mi espíritu suspendido en tí,
mi cuerpo en la nada.

Luz, hiere, no dejes ninguna herida,
que todas están en mí, para ti.


_
II

Calla luz, calla…
no muestres mi pobreza.
Ya sé que estoy sucio,
que en mi jardín, las hojas
están pudriéndose, olvidadas
del viento –de ti, de mí– pero calla.
No entres así, tan de golpe,
hazlo como otras veces, silenciosa,
lentamente. Que todo
me parezca más puro, bello, divino!

Calla luz… calla.
No ves que hoy, en mi día imposible.


_
III

Luz, luz,
que me llevas el alma!
Espera, no me dejes solo
en mi doble oscuridad.
Pero, que digo, si estás allí,
lejos, dentro de mí
–más lejos todavía–
y te veo ¡qué pequeña!
en lo infinito de mi olvido.


_
IV

a J.R.J.

Él irá siempre lejos.
–Todo luz por dentro–
Y yo lo seguiré, recogiendo
retazos de su luz,
–lo que él olvide–
Será poco quizá.
No importa, basta que alcance
para alumbrar mi alma.


_
V

¿Y la luz que clamaba en mí
en eterno deseo de alumbrar
siempre más, la he perdido?
¿Es que ya no hay jardines,
rosas, atardeceres?

Siento que mi carne,
se desprende de su tallo de luz
y cae,
se hunde en la vida exterior
y muere lentamente
hacia la muerte total.
¿Será que mi vida
es otoño, siempre, único, humano?


_
VI

Inquietud

La claridad de tu anuncio,
madura de infinito,
ha olvidado mi puerta
en su mensaje,
las nubes rosadas
y las más dolorosas
se han detenido,
más, no pude leerlas.

Y aquí, me tienes,
con mi ventana
de crepúsculo y alba,
abierta –rotos los cristales
del inútil deseo– esperando.


_
VII

Largo tiempo he pasado
lejos de ti.
Y ahora que vuelvo a sentir
el descanso de tu claridad
sobre mi corazón, dudo.

¿Es que he vuelto a renacer?

Hoy, me siento como un rayo de luz
tendido hacia el infinito,
envuelto en la música total
de la naturaleza.

_
De: Mario Porro: "Búsqueda por el amor y otros poemas", Edición Moreno, 1950.
POEMAS A LA LUZ. 2. INTERIORES
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sábado, 11 de julio de 2009

Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, 1


POEMAS A LA LUZ


1. INSTANTES

_
I


Mi tristeza es de luz.
De tanto andar, por la alegría
de los vanos exteriores,
mi alma se eterniza
en un crepúsculo.
¿Podré ya volver
a la antigua alegría
de las verdades interiores?
Sí, mi tristeza es de luz.

_
II


Una luz de dolor
ha caído en mi corazón,
como las hojas de este otoño
sobre la tierra.
A cada hoja de oro,
un oro muerto.
A cada hoja de luz,
un dolor nuevo.
Sin gemir, la tierra
soporta todo su oro.
¿Yo, podré con mi luz?

_
III


Se cierran mis ojos,
lentos, temblorosos,
como las alas
de una mariposa.
La luz, apenas, ilumina
mi jardín interior,
despertando en mi alma
una canción dulce.
A mi lado, con la mirada lejos
–más allá de la hoja de tu libro–
¿escuchas el canto
que florece en mi alma?

_
IV


Te recordaba, en una
lejana tarde de mi memoria.
Y tú junto a mí,
vivías, silenciosa
la infinita belleza
de un cuarteto de Mozart.

¡Oh, qué gran felicidad
sentirme doblemente contigo!

_
V


Quise escribirle a la tarde;
mis palabras, se destiñeron
en la infinita claridad.
Quise escribirle al sol que caía;
mis palabras, se perdieron
en el silencio de los últimos árboles.

Se hizo la noche; cerré los ojos.
¡Ay, cómo dolían en mi interior
los versos vencidos de la belleza!

_
VI


En el jardín, el rosal
se durmió en la penumbra.
Es otoño. La tierra amarillenta,
espera serena, el beso transfigurado
de la última rosa.
En la madrugada, en la primera brisa,
habrá un rumor de gotas blancas,
–sentiré frío en el corazón–
y nadie, nadie, sabrá ya nada.

_
VII


El ocaso. ¿Un ocaso nunca visto,
o sólo un alba vieja?

Volvíamos del campo.
Adelante, nuestros pasos
envejecían en el polvo.
Nos miramos. ¿Recordará el camino
el paso de nuestras almas?

_
VIII


El último latido
de la hoja de otoño
ha quedado en el aire
suspenso,
como el canto divino
de un poeta olvidado.

¿Vendrá el nuevo corazón,
que lo recoja?

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De: Mario Porro: Búsqueda por el amor y otros poemas, Edición Moreno, 1950.
POEMAS A LA LUZ. 1. INSTANTES
_
Foto: jmp
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